Primer Intento de Abordaje de los Acorazados
noviembre 21, 2018
El 19 de febrero de 1868, la escuadra brasileña, con sus acorazados había logrado forzar el paso de Humaitá, generando una situación altamente desfavorable para las fuerzas paraguayas, ya que esto dejaba desprotegida a Asunción, bloqueando el río Paraguay.
Debido a que había resultado muy difícil, o casi imposible, batir a los acorazados, el Mariscal López resolvió llevar a cabo la captura de los mismos. Para ello reunió un consejo en el Campamento de Paso Pucú al que asistieron sus principales oficiales. Las propuestas de acción fueron varias, así también los ensayos.
Finalmente, el Mariscal se decidió por el uso de canoas, para efectuar el acercamiento a los buques enemigos. Este propuso formar dos grupos de doce canoas, divididas a su vez en seis subgrupos, amarradas de a dos entre sí, de modo que al caer sobre la proa de los acorazados, las canoas se reclinarían a las bordas de los mismos. Estos botes debían ir cubiertos de camalotes como camuflaje. Cada canoa llevaba 25 hombres armados con armas blancas y bombas de mano, estos recibieron un intenso entrenamiento de natación, lucha y gimnasia general. La operación se realizaría bajo el mando del Capitán Ignacio Genes.
Entre Curupayty y Humaitá se encontraban los acorazados “Lima Barros”, “Herval” y “Cabral” que formaban la vanguardia de la armada brasilera. Estos fueron escogidos como blancos de la expedición. El 2 de marzo de 1868, las aguas del río Paraguay fueron escenario de una de las acciones más heroicas de todos los tiempos. Navegando río abajo, los paraguayos tomaron dos de los tres acorazados escogidos como objetivos; una encarnizada lucha despejó la cubierta de ambos buques, pero parte de la dotación de estos se refugió en el interior. Los atacantes buscaron la forma de entrar, pero mientras esto ocurría, los demás buques brasileños recibieron una alarma y se acercaron a las embarcaciones tomadas, disparando su artillería, primero para despejar la cubierta, luego para abordar los buques y pelear con los paraguayos que no renunciaban a abandonar sus posiciones. Al final, los pocos paraguayos sobrevivientes debieron saltar a las aguas.